Mientras la hermosa azucena trataba de tomar el sol, se le arrojaba encima la mala hierba dañina.Tan robusta y empinada, hacía frente sin temor ante ponzoñoso hierbajo. Se notaba su esplendor, se veía tan amena .Tú solo cree que podrás y serás como la azucena.
Deslumbraba, imponía, seguía firme y en pie, no hay mal que acabe con ella mientras le mueva la fe.
La lluvia un día cayó en aquel gran verdegal y la brisa agitaba bruscamente sus pétalos al pasar.Pero aunque venga una tormenta no perece la azucena, tan majestuosa, tan plena que parece artificial.
Solo dios que la forjó, puede juzgar su camino, y como dios es divino y máximo creador, le pone trabas continuas para hacer más fuerte a la flor.
Deslumbraba, imponía, seguía firme y en pie, no hay mal que acabe con ella mientras le mueva la fe.
La lluvia un día cayó en aquel gran verdegal y la brisa agitaba bruscamente sus pétalos al pasar.Pero aunque venga una tormenta no perece la azucena, tan majestuosa, tan plena que parece artificial.
Solo dios que la forjó, puede juzgar su camino, y como dios es divino y máximo creador, le pone trabas continuas para hacer más fuerte a la flor.
LNB.
(Liliannet Navas Barreto)
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