para que pudiera volver,
la hacía llorar, no la amaba. La envolvía en palabras elocuentes, para hacerla recaer en la adicción de aquel amor nocivo.
La lastimaba pero no pretendía dejarla ir. Era él, el motivo de las lágrimas de desconsuelo que brotaban de sus ojos, se extinguía su esencia, y aún así no podía sentir rencor, mientras él compartía caricias con otro amor, se marchitaban los pétalos de la flor.
Su corazón estaba hueco, no era capaz de latir. Como una fiera desgarraba los sentimientos de la doncella, que se aferraba aún cuando algo en su interior le gritaba: El nunca te va a querer a ti, pero tampoco la va a amar a ella.
Y así es de injusta esta vida, amores que se entregan no son correspondidos y al insensible rompe corazones, el amor le es bievenido. Si fuera un delito el engaño, cumpliría una condena por cada corazón dañado, lágrimas y almas en pena.
Un gran día sucedió que ese interior tan negro por un amor renació. Comenzó una nueva historia, otros labios lo envolvían. Era un ser más apacible, se notaba en la mirada que de la fémina se enamoraba. Pero una infidelidad quebró a su corazón verdugo .Ya no se veía feliz, tenía un inmenso vacío. Pobre hombre que al final entre sollozos suspira por la mujer que consideraba ser el amor de su vida.
No hay injuria que dure para siempre y todo el mal que causó aquel animal bravío, deshaciendo a una inocente, el karma lo regresó.
Camina, va cabizbajo ya no cree en el amor, su herida sigue sangrando no hay consuelo para la traición. Entre sudores profusos, amaneció una mañana, miraba por la ventana, extrañaba esos días amenos cuando recibía afecto. Estaba desfallecido, la soledad lo consumía. Deseaba volver a tener a la ninfa que lo quería. Se hacía cada vez más viejo, le caían encima los años, perdió a una buena mujer y moría de desengaño.
LNB.
(Liliannet Navas Barreto)
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