el amor vacío,
de los que te quitan el aliento, amor que jura sinceridad sin sentimiento, que te deja extinta y que es un tormento.
Se secaba el alma, se entregaba a fondo, le explotaba el corazón, y seguía confiando.Mucho más dolor se engendraba en ella, hasta que la luz ya no era de estrellas.Una luz opaca, de las que no brilla, una luz dañina que acariciaba su mejilla.
Se hacía invisible, ya no resaltaba, era cada vez más triste su mirada desesperada.Se creía fuerte, aquella mujer tan tierna y el monstruo la consumía sin darse cuenta la ingenua.
Pero a veces pasa, que el dolor termina, que le pones freno a lo que te contamina.Y aquella mujer tan pura, renació de nuevo recogió los trozos y desechó el veneno.
Se veía linda, se sentía serena ya no era prisionera de aquella condena.Nadie puede herirte sin que tu lo quieras, las personas que engañan no valen la pena. Son como una plaga que poco a poco se extiende, que se apodera del cuerpo y que penetra en tu ser.Pero hay una cura que no tiene nombre, que extermina todo lo que un mal esconde.
Se llenó de amor, pero de amor propio, se curó del mal y siguió adelante. Continuó el camino, surgieron nuevos sueños, se sentía viva, emitía destellos. Aquella mujer como una mariposa, transformó su alma, se volvió una diosa.
LNB.
(Liliannet Navas Barreto)
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